Emocionalmente soy un auténtico idiota. Toda mi brillantez se hunde en un pantano y se embarra de estupidez cenagosa cuando usos mis sentimientos o me dejo guiar por ellos. Es el resultado de años de afectos mal encaminados, fracasos constantes, frustración, marginación y soledad. Es fruto de demasiados árboles.

Por ello, no debo emprender nada guiado por mis sentimientos, por el punto de vista de las emociones. No porque sea malo hacerlo, sino porque en ese plano soy un total inútil. Ese camino está enfangado y aunque no lo quiera, pronto mis buenas intenciones se echarían a perder en el lodo.